La piel sensible se caracteriza por ser más vulnerable a los estímulos del ambiente y por requerir más atención que cualquier otra. La mayoría de dermatólogos recomienda seguir una rutina juiciosa de limpieza y exfoliación.
Es importante que la paciente use productos químicos suaves sin alcohol, y que tenga una alimentación balanceada para evitar problemas, por lo que una dieta rica en frutas, verduras, vitamina C y cero bebidas alcohólicas puede ser ideal.
La piel sensible suele reaccionar de forma no deseada a los cambios bruscos de temperatura, por lo que es necesario evitar los lugares calientes y húmedos como piscinas o saunas, al igual que los cambios de clima muy fuertes.
El uso periódico de mascarillas antiinflamatorias o refrescantes también es aconsejable para cuidar este tipo de piel. Al igual que evitar la exposición directa del sol en la cara y usar diariamente bloqueador solar.
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